Quiero que seas mi ramera sagrada.
Quiero que seas como la ramera
de Gaza. De tu rubia cabellera
-paraíso salvaje o campanada-
quiero saber de mar y de cascada,
quiero saber de altura y primavera,
de horizonte infinito y hoguera,
quiero saber cómo es desnuda un hada;
tus dones de eximia salvajería
quiero celebrar con sabiduría
de amante. Entre las tallas de madera
votiva quiero que seas mi ramera:
en el bajel del amor, Afrodita,
concedeme esa gracia infinita
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