viernes, 13 de diciembre de 2013

GUIRNALDA DE MIRTOS

 GUIRNALDA DE MIRTOS
                                                                                     a Carmen

Te hablé del santuario de Venus-Afrodita en Pafos, pero no de los mirtos ni de los vestidos de las Nereidas,  dicen que eran del tono de las aguas marinas de entonces.
Pero ya no recuerdo qué era lo que imitaba a los mirtos de Pafos, ni las razones de las amatistas, ni de las rosas blancas, ni el por qué de las grullas grises de Tracia.
Ya nada sé de bellotas, de almendras, de una cera que le daba el nombre a cierto tejido de lana.
Pero sí sé que cuando la primavera llegaba a Pafos, las flores volvían a renacer, haciendo estallar las yemas de las vides.
Hoy recuerdo, porque me lo hacés recordar, que Ovidio dice: a las morenas le sientan las túnicas y los vestidos blancos.
Las morenas son codiciables como las tiendas de Cedar.
Las morenas son codiciables como las sedas de Salomón. 
Son comparables a yeguas de carros de Faraón.
Son las más sabias libadoras de los vinos de Beocia y de Sicilia y de los licores de Andalucía.
Vinos y licores que guardaban junto a las joyas en las  tiendas hechas de cuero y lienzo que se alzaban en las tierras de Israel.
Esas muchachas morenas nada tenían que envidiar a Venus-Afrodita.
Cuando la diosa surgió desnuda de la espuma del mar, se ocultó de las miradas detrás de una rama de mirto y más tarde Eros la coronó con una guirnalda de mirtos, por eso en el Ática, los contrayentes, lucían una corona tejida con ramas y flores de mirto.

Sí, le estoy cantando a tu belleza.
Victorio Veronese

martes, 19 de noviembre de 2013

EL MILAGRO DE LA ROSA

EL MILAGRO DE LA ROSA
(a Carmen)

Señora, a mí tampoco nada ni nadie me impediran escribir palabras que le canten.

A mí también el corazón me ordena ir hacia usted y yo no tengo cadenas en las muñecas ni en la cintura ni en los tobillos que me anclen a un crucero en una noche de tempestad.

No tengo razones para decirle no a mi corazón.

Por lo tanto yo también puedo hablar de su mirada y de su boca y de su risa y cantar que todo eso es un rayo de luna estremecido de follaje, pero jamás podré decir que su belleza es provocada por el desorden de su rostro,
en su rostro hay luz, luminosidad, cielo.

No puedo hablar de la crueldad de su pelo, pero sí decir que cuando entró en el salón giré como un girasol hacia el sol para verla y no tuve la intención de arrodillarme a su paso ni de cubrirme los ojos por pudor, pero sí supe que el milagro había comenzado.



Victorio Veronese

martes, 5 de noviembre de 2013

EL VATE



EL  VATE

Queridísimo Vate, en realidad tendría que empezar esto que estoy escribiendo, que seguramente será un capítulo de la continuación de El profesor de ajedrez, como empiezo la epístola a Allen Ginsberg, eliminando lo de ex comunista, porque vos nunca fuiste comunista. Lo que  motivó  que esté sentado ante la pantalla de mi compu, es que anduve metiendo mano en los estantes de mi biblioteca y aparecieron varios libros escritos por usted. Además tengo en uno de los placares una bolsa de plástico con material suyo, no sé si en algún momento iré en busca de ellos para utilizarlos en este relato. Usted sabe que también tengo en mi poder una orden judicial donde dice que andan detrás de su paradero, nunca supimos cómo ese papel está en mis manos, pero cuando llegó a mí usted estaba en la provincia de Córdoba. Su madre me llamó y me preguntó si sabía de su persona, estaba preocupada, la justicia, la justicia no, la policía, siempre la policía, iba en su busca.
Vate, ¿Por qué no me dejó robarle el poncho que usó Saint-John Perse a don Alva Negri?
En Canción para una Fotografía de Ausencia, en su dedicatoria me habla de los hilos celestes de los ángeles, que nos anudaron en lo invisible, para la radiación más fuerte del poema. Ya sé, me va a decir que no es exactamente lo que escribió, pero qué importancia tiene si traiciono sus palabras para acercarnos más a la poesía, en este caso a la prosa.
Miento cuando le digo a alguien que me pregunta por usted, y estamos peleados, sin hablarnos, que cuando nos hablamos vivimos punteándonos, porque no es cierto, el que lo putea soy yo, usted se enoja pero no me putea. Pero también es verdad que mis puteadas no sirven para nada, sigue creyéndole a Clarín, a Lanata, votando a los radicales, o hablándome  de las virtudes de Binner, cómo un poeta de raza como usted puede comulgar con esa gente. Está claro porque lo puteo. Usted me saca del tablero, se niega a reconocer que la escaquera de la diosa Caissa tiene sesenta y cuatro escaques.  Yo no me enojo con usted y con los que están parados en su misma vereda, porque piensan distinto, no, tienen todo el derecho a pensar distinto, lo que no pueden afirmar desde ese podio que construyeron en su imaginario, que San Lorenzo, River e Independiente nunca se fueron al descenso, ese es el tema. San Martín cruzó los Andes, no Belgrano. Pretender  que Belgrano cruzó lo Andes en lugar de San Martín no es pensar distinto, es falsear la historia. Claro que  me enojo y lo puteo, pero usted tiene que reconocer que es agotador todo el tiempo andar explicando lo obvio, lo evidente, y ya soy grande. Sé que lo pone mal a uno no tener la razón de su lado, y es que es más difícil saber perder que saber ganar, pero la razón no se impone tirando las piezas del tablero cuando se pierde, y menos, muchos menos, bombardeando Plaza de Mayo.
En El Circo Natural acontece que hay dos dedicatorias, la primera a Osvaldo Moro, además está su dirección de la calle Campana, su teléfono particular, y lo significativo: hay dos números telefónicos de su oficina. ¿Se da cuenta? Le digo oficina, porque usted puso oficina, ¡qué escándalo! Usted en una oficina. A usted le creen que trabajó en una oficina, a Blumberg le creyeron que era ingeniero, a  mí no me creen que soy Experto en motores a explosión, se da cuenta cómo está diseñada la inteligencia del proparty porteño,  usted mismo, más de una vez, cuando ve el diploma que cuelga en una de las paredes de mi bunker, se ríe. ¿De qué se ríe de mí o del absurdo que se me pueda considerar legamente a mí, precisamente a mí, experto en motores a explosión? Se da cuenta en qué mundo vivimos. Yo sé lo que usted hacia en esa oficina, pero no voy a decir nada, que no diga nada, tal vez en algún momento lo lamentemos, como hoy nos lamentamos no haberle robado a don Tomás Alva Negri el poncho que usó Saint-John Perse en su viaje a Tierra del Fuego. Le recuerdo: tuvimos en nuestras manos las fotos donde se veía a Perse con el poncho en Tierra del Fuego y en ese mismo momento junto con las fotos teníamos en nuestras manos ese poncho, yo le propuse que lo robáramos, y usted en un ataque feroz de aseo, de decencia, de honestidad, se negó. Lo debo querer más de lo que yo creo que lo quiero Vate, porque su actitud fue la negación de un acto poético que de haberlo consumado nos hubiese  embellecido a los dos.
Le decía que El Circo Natural tiene dos dedicatorias, la primera a Moro, y la segunda  reza así:
Certificado de pertenencia: Por intermedio de estas líneas, yo, Jorge Ricardo Smerling, de puño y letra y bajo un cielo que atrae con el movimiento de los astros, la serena e inquieta noche de los amantes de los cuerpos y las palabras, digo que este libro pertenece desde este instante, al poeta V. V., y para que no hayan confusiones, también experto en motores a explosión , similares a las secretas maquinarias del poema que estalla en cualquier momento del día, como cada perversa y extraña metáfora en Poesía, entre sus manos, sin más, éste: El Circo Natural, libro que sirve de plataforma de lo que vino después, con todo corazón a mi gran amigo V.V.  Jorge Smerling.
Después de esto, pretende que lo inviten a lecturas de poemas y a festivales de poesía, se da cuenta que usted vive en la rareza.
Ya que hablé de vivir en la rareza, para alegría del  joven rokero Renzo Sinisi, voy a transcribir tu poema, Vivo en la rareza:
me pregunto
¿por qué todo es tan raro ahora?
siento que el universo duerme en la rareza
y el mundo cae al mundo como una piedra al cielo
¡ay Señor!
yo también caigo en ese vago sueño
donde tientan los espejismos y las mutaciones
y de pronto
me aturden las alarmas de otra rara luz
que me incorpora
y recuesta sobre las voces y las músicas
y el milagroso dormirme
                            cuando llega otra vez
                                               sin redes
                                               la mañana
y nada despierta para avisarme
que se han movido las cosas
                                               del sin lugar
y apenas es un apenas:
el corazón            la taquicardia
ver los telares de la muerte sonando y sonando
en sus escasos movimientos
y es tan raro                  Señor
                                               todavía
                            aún y todavía
y cuando solamente el mundo sobre mis ojos
azules pasando
                            como el libre cometa desterrado hacia el peligro
                   ¡y es tan raro
                                      Señor
                   seguir vivo de este modo!

miércoles, 30 de octubre de 2013

NUESTRA BODA



NUESTRA   BODA
                                                                                     a Carmen

Estás hecha para el rapto como Helena.
¿Qué prodigios descubriré en tu boca que no descubra en cada zona de tu cuerpo?
Yo también te veo luminosa como la luz en el ruido de las ciudades, en realidad, de mi ciudad.
¿Cómo  es posible que aún no sepas que fuiste concebida, como Betsabé, para embellecer mi poesía?
Si al caer la tarde, desde mi tejado, te hubiese visto bañarte desnuda, hubiera preguntado por vos y hubiera mandado al frente de batalla a aquel que te poseía.
Confieso que haré con vos, lo que Amnón hizo con Tamar, pero jamás te arrojaré de mi lado, no, te ofrendaré púrpura, azul, carmesí, maderas del Líbano, aceites y piedras de ónix y piedras de engaste y especias e incienso aromático y construiré varas con maderas de acacia para nuestro  carruaje de bodas y las revestiré con láminas de oro y en tus túnicas de lino  bordaré todos nuestros amores con  hilos de plata y recogeré uvas y manzanas y granadas para tu boca y flores para tu pelo.
¿Dónde celebraremos nuestra noche de bodas en tu lecho o en nuestro lecho?

                                                                                      
Victorio Veronese

sábado, 5 de octubre de 2013

LA NUEVA SULAMITA

LA  NUEVA  SULAMITA
a Carmen

En tus ojos no habitan el azul o celeste del cielo
ni el azul ni el celeste ni el verde del mar,
son dos aceros negros que brillan como dos dagas negras.

Vos sabés donde se hundieron y porque y para que.

Esos dos aceros son más que los cien racimos de pasas
y cien panes de higos secos y decenas de cueros de vino,
que Absalón ocultó en una granja de Israel.
Esos manjares, esos ecos, esas aguas, esos ríos, esos recreos,
donde los apacentadores de cabras alimentan sus rebaños,
serán saqueados, depredados, con alta sabiduría.

Vos también sos codiciable como las morenas hijas de Jerusalén,
 tus mejillas son hermosas entre tus pendientes
y tu cuello entre tus collares, tu risa es un racimo de uvas de En-gadí.

Sos hermosa amiga mía, sos bella amiga mía
como un manzano entre árboles silvestres,
como un lecho de lirios y de alheñas,
sos hermosa, sos bella, como Artemisa
con su carcaj y su arco y sus flechas corriendo
con sus pies desnudos tras su presa.
¿Qué dios no te vio huyendo por bosques inciertos?
¿Qué Aquiles no te detuvo y leyó tus manos?
 ¿Será cierto que el fuego ya no arderá en marcha?
¿Que vivirá día y noche en nuestro hogar?

 ¿De quién heredaste tanta riqueza?
¿De la que te dio a luz debajo del manzano?

Me detendré en tus hombros, en tu boca,
en tus axilas, en tu espalda, en tus muslos,
en tus rodillas, entre tus piernas
y hurtaré uno a uno todos tus aromas
y uno a uno todos tus olores.

Tu pelo es otra daga negra.

¿Qué no derramaré en tu pelo que no derrame en tu boca?
¿Qué no derramaré en tu boca que no derrame allí,
¡donde jamás falta bebida!?
En ese manantial de  hidromiel y ambrosia beberé hasta saciarme.
Entonces, ¡oh Sulamita! ¡oh Esposa!, ¿quién implorará a quién?

                                                                  
                                                                            Victorio Veronese

lunes, 23 de septiembre de 2013

El Profesor de Ajedrez de Victorio Veronese por Margarita Ferrer



RESEÑA DE LIBROS

EL PROFESOR DE AJEDREZ DE VICTORIO VERONESE

Por Margarita Ferrer

La novela siempre ha sido un género difícil de delimitar, sobre todo a partir de la narrativa desarrollada en el siglo XX, cuando el género busca otras formas de expresión y otra manera de narrar. Uno de los rasgos que la caracterizan es precisamente la complejidad, no solamente en las líneas de acción que se tienden en la historia sino también en las problemáticas de los diferentes personajes, en la estructuración temporal de la historia y,  fundamentalmente, en la invención de una trama. La trama es- como afirma Paul Ricoeur- el medio privilegiado para reconfigurar la experiencia temporal. Y es a través de una trama que  los acontecimientos diversos y dispersos adquieren la categoría de una historia.

 En la novela El profesor de Ajedrez del escritor  Victorio Veronese- publicada este año en Buenos Aires por Ediciones de La Luna Que (119 páginas)- nos encontramos con una trama que se despliega ante los ojos del lector como una partida de ajedrez, en la que los contrincantes son, en primera instancia, el narrador y el receptor. Un narrador que podemos claramente identificar con el profesor de ajedrez, aunque la persona gramatical no siempre coincida.  Y un lector que va jugando sus piezas, avanzando y retrocediendo en historias de vida construidas en el espacio de la escritura.

  La lectura de la novela nos deja la impresión de estar sumergidos en la exhibición de una serie de estrategias destinadas, como en el ajedrez,  a “derrocar” al adversario. Es esa misma tensión de contrarios del juego de ajedrez que se advierte en la lectura de la novela, cuya historia está  atravesada,  esencialmente, por situaciones binarias de opuestos planteadas desde el inicio del relato: el “ negro de mierda” y el rubio  de la zona norte de Bs. As; el ateo y el creyente; el hombre y la mujer en la intersección de sexo y violencia; la prosa y el verso para expresar un mismo acto sexual; en fin Eros y Thanatos, las dos pulsiones fundamentales de la existencia, la de la vida y la de la muerte.

Hay un presente histórico argentino, y también  un pasado que se entrelazan con las conversaciones de los personajes que viven en Buenos Aires, en un espacio geográfico concreto y en donde hay una clara posición  político-ideológica tomada.

En la contratapa del libro, su autor, Victorio Veronese afirma:
La soledad del lector o lectora, ¿con qué se va encontrar en El profesor de ajedrez?. Con las eternas preguntas del porqué del Universo y del ser humano en él, con un erotismo a veces violento a veces tierno, dulce,  siempre oponiéndose a Thánatos, porque Eros sabe que es el único que lo ofende.
¿Con qué se va encontrar la lectora o el lector de El profesor de ajedrez?. Con Arlt, con Borges, con Tomás Alva Negri, con Perse, con Jorge Smerling, con Henry Miller, con la Jelinek, con Videla, con Massera, con Allen Ginsberg, y tantos otros.
Con Maradona frente a Winston Churchill.
Con Bobby Fischer que escupe un telegrama que le envió el Departamento de Estado… y con mi soberbia.”


“El Tiempo” de Azul, 15 de septiembre de 2013

jueves, 5 de septiembre de 2013

Fragmento de "EL PROFESOR DE AJEDREZ"

Fragmento de "EL PROFESOR DE AJEDREZ"

Es evidente que el señor Hugo Biolcati es un testigo irreprochable de nuestra realidad presente y lector insuperable de nuestro pasado histórico. Es un hombre cuya vida fue esculpida a fuerza de coraje en los duros combates interiores, en la profundidad de su alma, donde se conjugan temor y temblor, tentaciones hacia el pecado de la carne, angustias y vértigos morales. Un testigo hipersensible ante el escándalo de la pobreza. Una espada, una coraza en defensa de los más elevados valores de nuestra argentinidad, ante aquellos que ostentan el poder con autoritarismo, soberbia, egoísmo, y arrogancia.
¿Qué sería de nosotros sin un hombre así?, cavila el profesor. Un hombre que no se detiene sólo en el aquí y ahora, se remonta al principio de nuestra historia, y cojonudamente se imagina junto a French y Beruti, es decir: se imagina armado. Y no sólo con French y Beruti, con sus amigos del alma, Buzzi, Garetto y Llambías, juntos los cuatro, como los tres mosqueteros, porque unidos jamás serán vencidos.
Es evidente que don Hugo Biolcati es heredero, si bien no de todas las virtudes de Hardoy, de muchas de ellas, como la de honrar la buena mesa, y esa aguda actitud de penetración intelectual de los procesos políticos, virtudes que lo convierten en figura consular de nuestra Argentina. Amen.

Biolcati, ¿jugará al ajedrez? Ante un voto positivo, quiere decir que correré la misma suerte que si hubiera tenido que enfrentarme con Hardoy.
Ya que estamos con los compañeros de la Rural, creemos que es oportuno recordarles a esos madrugadores laburantes de manos encallecidas y piel curtida por el sol, como los mellizos de Ángellis, que un general de la Nación, se sentó en el supuesto sillón de Rivadavia, no por la voluntad popular, sino por la fuerza de las armas, a ese general, no le quitaba el sueño la suerte de millones de argentinos, sus preocupaciones discurrían por otros andariveles, por eso estaba ocupado en conseguir un carruaje del siglo XIX o principios del XX, para hacer una entrada triunfal en el predio de la Exposición Rural de Palermo, y lo hizo. Este caballero armado solía afirmar, con su estampa de soldado aguerrido: “¡Cuando me pongo la gorra, me pongo la gorra!”. Lo cual debía ser una metáfora de: “¡Cuando me pongo la gorra, se acabó la joda! ¡¡Tiemblen!!”. Ese tipo, entrando en la Rural, se habrá sentido un San Martín cruzando Los Andes, un patriota americano dándole la libertad a Chile y a Perú.
Sí compañeros, el general Juan Carlos Onganía entró en carroza real a ese territorio enemigo de la Patria, emplazado en plena Capital de la República, y fue ovacionado y aplaudido, por ese público de manos encallecidas y piel curtida por el sol.

VICTORIO VERONESE - 2013
http://www.cuadernosdeveronese.blogspot.com

martes, 27 de agosto de 2013

LOS PODEROSOS DE SIEMPRE



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Los poderosos de siempre alistan sus ejércitos a la luz del día, los vemos en las pantallas de los televisores.
No es que regresan: nunca se han marchado. Estaban descansando de sus fatigas, después de arrojar miles de cuerpos vivos al río color de león.
Son los mismos de siempre que ostentan sus haciendas de oro y sus granos de oro y sus licores y sus mieles y sus sales y sus mujeres de oro.
 Ellos también arrojaron toneladas de bombas sobre plazas públicas. Ellos también tripularon aviones con bandidos y duquesas y frailes negros, que venían por los cielos a matar niños, aquí también la sangre de los niños corría por las calles como sangre de niños…simplemente como sangre de niños…
Será por eso que el piso de piedra palpita nuevamente sobre el fango.
Será por eso que Dios está nuevamente ausente.
Te nombro porque nunca deje de nombrarte.

Victorio Veronese, agosto 2013

Fuente de la imagen: http://archivo.lavoz.com.ar/nota.asp?nota_id=576484