EPISTOLA A JORGE
SMERLING
Querido Vate, entre mis papeles tiene
que haber uno donde te hablaba… quién de los dos viviría la muerte del otro y
aquí estoy yo viviendo tu muerte. Una mierda. La Jelinek dice que la muerte es
la apestosa solución de Dios, yo que no creo en Él -a pesar que siempre pensaste lo contrario- digo que la
muerte, es la apestosa solución de la Naturaleza.
Ando revolviendo papeles, libros, las
actas judiciales que me dejaste, las cintas grabadas con tu voz, esa voz nacida
de algún territorio desconocido habitado sólo por místicos salvajes, los videos
que hicimos en mi aguantadero de la calle Saráchaga y los recuerdos, los
recuerdos, los que más vienen a mi mente son aquellos que llenan los folios de
nuestros prontuarios: el Chino del Bajo Flores, Kelly, la
del Abasto, la casa de Fabiana, de Elizabeth, a medias borracha y a medias
desnuda, el cuadro robado de Sigfrido Pastor ¡qué mierda le habré firmado!,
en una hoja arrancada a una agenda a ese
desconocido a las dos de la tarde en plena calle Esmeralda para que nos diera
unos míseros dólares, ¡qué mierda habré firmado en la clínica de Azul!, para
que te internen y conecten con infinitos
cables que nada tendrían que envidiarles a los del paciente del hospicio de Rodez,
siempre me preguntabas, creo que también me lo preguntaste último día que nos vimos, la Navidad de 2013,
qué hubiese hecho con vos si te hubieras muerto allí, en esa clínica y en esa
cama donde estabas todo entubado, siempre te dije que te hubiese dejado allí,
me hubiese ido a la mierda, ¡qué mierda se puede hace con un cadáver Jorge!
Queda mal, muy mal que te lo eche en cara justamente ahora, cuando ya no estás
más conmigo ni con nadie: más allá de las veces que te fallé, cuántas veces fuimos
juntos a las enfermerías de los hospicios del submundo, en nada se
diferenciaban a las de Charleville,
donde suponías que te darían alguna medicina que te calme la angustia
existencial, Jorge, si no te la puedo calmar ese Dios en que tanto creías, todo
era inútil, todo fue inútil, queda mal, muy mal que te lo eche en cara, pero
jamás me negué unir mi prontuario al tuyo, ¡cuántos de los que hoy te lloran
con lágrimas de utilería, huyeron de vos!, ¡cómo sus virginales currículums
iban a entregar sus hipócritas virtudes a tu sucio prontuario!
Hoy estuve hablando con nuestra
compañera de Vuelo solitario, Gala,
Perla Patrón, entre lágrimas nos dijimos: que te preferimos drogadicto, judío,
puto, pero no muerto, como sí te
prefieren muchos, porque ya no vamos a corromper el aire entrando en sus
ascéticos quirófanos, donde leen sus higiénicos poemitas. ¿Te acordás cuando te
dijeron que te preferían muerto antes que preso? Uno puede y debe avergonzarse de un hermano
como vos vivo, pero no muerto. Ahora pueden conciliar el sueño, ahora pueden ir
por la vida con la cabeza alta. Está claro porque te dije, que estoy viviendo
tu muerte, y es una mierda.
Tengo
ante mis ojos tu poema Una piedra
debajo de tu cabeza, lo escribiste cuando estabas dirigiendo a médicos y
pacientes en el Lanari, también al personal de seguridad que custodiaba
–o creía que custodiaba- pasillos y puertas de accesos, una ingenuidad, un
imposible, siendo vos huésped de esa casa.
Una tarde llegué yo acompañado de esa mujer
que me llevó a escribir ese verso que tanto te conmovía: “Desnuda sos como una lámina de oro bajo la luz de una lámpara”, digámoslo
de una buena vez: te conmovía porque vos también conociste esa misma lámina de
oro desnuda bajo la luz de esa misma lámpara. Aquello fue ¿promiscuidad o
incesto? ¡Qué importancia tiene, si fue tan bello!
Los expertos en motores mentales, te
informaron mal, entonces no éramos para
vos ella y yo y te escabulliste en el último subsuelo de ese búnker siniestro.
Los expertos en motores mentales,
también les informaron mal sobre ella
y yo a dos enfermeros, entonces prepararon
una habitación vecina a la tuya, para internarme a mí. No había manera
de hacerles entender que éramos visitas, que veníamos a verte a vos. El enfrentamiento con esos dos energúmenos
protegidos bajo la merdosa figura de obediencia
debida, dos eunucos diseñados sólo
para recibir órdenes, duró hasta que
decidiste salir de tu escondiste y
desarmar esa burda patraña armada vaya a saber por qué imbécil.
Entonces no sólo nos hablaste del
protagonista de tu poema, nos llevaste hacia él. Se estaba muriendo. Apenas si
cambiamos unas pocas palabras, se fatigaba. Era joven y había sido bello, es
cierto cuando decís en el poema: “Es el desmoronamiento
de la belleza la verdadera muerte”.
A Olga le dijiste delante de mí, que
yo pretendía someter a la belleza, y ella me dijo: “A la belleza no se la
somete, con ella hay que amigarse”. A la Sulamita del siglo XXI la hace feliz,
como a vos, esa respuesta de Olga. ¿Pero
no es más bello y más justo que yo, desde mi soberbia, someta a la belleza, y no que el desmoronamiento la
convierta en la verdadera muerte?
A pesar de todo, tal vez con la
belleza me amigue o ya me amigué, pero jamás me voy amigar con la muerte, esa
apestosa solución de la Naturaleza.
¿Y ahora Jorge qué voy hacer sin vos?
¿Resignarme? ¿Darte un lugar en el apestoso rincón de los recuerdos? No me
queda otra, pero me siento un pusilánime…
Victorio
era primo lejano, nieto de Samuel smerling, hermano de manuel mi abuelo, de Villa Mantero, E.Rios.
ResponderEliminarSu abuelo se fue a Buenos Aires.Me llamo una vez por teléfono porque yo me quería poner en contacto pero eso fyue todo
el erial tiene maravillas que son los poetas y por eso ñle rindo mi mas sincero homenaje, QEPD
lic.Antonio m.baragiola smerloing
mendoza-nolibaragiola@hotmail.com
si desen recibir mis lubros sobre Kabalh y mis humildes poesías mail a mi.