viernes, 10 de enero de 2014

A FEDERICO



A  FEDERICO

El viento empuja una  manada de bisontes sobre los techos
y arrastra los toros de Guisando hacia las plazas,
en tanto flechas azules devoran un esqueleto de pescado
hasta confundirse con maniquíes electrónicos.

¿Qué saben esos maniquíes de tu muerte?

¿Qué saben del niño que escribe nombre de niña en su almohada?

¿Qué saben de la mariposa dibujada sobre tu párpado de seda?

¿Qué saben de los cuerpos que en soledad se consumen delante de un espejo?

¿Qué saben de la paloma y el leopardo,
de las siestas y los sexos mutilados
en los oscuros corredores del verano?

¿Qué saben de los que eyaculan en las bocas de hembras fraudulentas?

¿Qué saben de los seminaristas que se masturban?

¿Qué saben de los que fueron arrancados de sus casas
y de las casas de sus amigos y fusilados al alba?

¿Qué saben de los mercenarios que tejen de la muerte sus ojos de áspero veneno?

¿Qué saben de los generales traidores?

¿Qué saben de tus asesinos?: hienas de ojos funerarios
                                             hidras venenosas
                                             pólipos de infinitos tentáculos
                                             tumores con vocación de tumba.

¿Qué saben de esas bestias engendradas en los recintos del crimen, por las alimañas del estercolero?

¿Qué saben del chacal que gritó: “¡Viva la muerte!”, con sus vocales de sucia lepra?

NADA

Nada que desacelere la producción  de misiles,
         que desarmonice las nervaduras de las ojivas nucleares,
         que analice el arsénico de los vientres de los sacerdotes,
         que irrite las papilas de los predicadores del Evangelio,
         que sirva para expulsar a los mercaderes del Templo.


Federico esas bestias que sólo beben sangre: ¡Te fusilaron al alba!

Victorio Veronese
-cerca de 1968-

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