miércoles, 30 de octubre de 2013

NUESTRA BODA



NUESTRA   BODA
                                                                                     a Carmen

Estás hecha para el rapto como Helena.
¿Qué prodigios descubriré en tu boca que no descubra en cada zona de tu cuerpo?
Yo también te veo luminosa como la luz en el ruido de las ciudades, en realidad, de mi ciudad.
¿Cómo  es posible que aún no sepas que fuiste concebida, como Betsabé, para embellecer mi poesía?
Si al caer la tarde, desde mi tejado, te hubiese visto bañarte desnuda, hubiera preguntado por vos y hubiera mandado al frente de batalla a aquel que te poseía.
Confieso que haré con vos, lo que Amnón hizo con Tamar, pero jamás te arrojaré de mi lado, no, te ofrendaré púrpura, azul, carmesí, maderas del Líbano, aceites y piedras de ónix y piedras de engaste y especias e incienso aromático y construiré varas con maderas de acacia para nuestro  carruaje de bodas y las revestiré con láminas de oro y en tus túnicas de lino  bordaré todos nuestros amores con  hilos de plata y recogeré uvas y manzanas y granadas para tu boca y flores para tu pelo.
¿Dónde celebraremos nuestra noche de bodas en tu lecho o en nuestro lecho?

                                                                                      
Victorio Veronese

sábado, 5 de octubre de 2013

LA NUEVA SULAMITA

LA  NUEVA  SULAMITA
a Carmen

En tus ojos no habitan el azul o celeste del cielo
ni el azul ni el celeste ni el verde del mar,
son dos aceros negros que brillan como dos dagas negras.

Vos sabés donde se hundieron y porque y para que.

Esos dos aceros son más que los cien racimos de pasas
y cien panes de higos secos y decenas de cueros de vino,
que Absalón ocultó en una granja de Israel.
Esos manjares, esos ecos, esas aguas, esos ríos, esos recreos,
donde los apacentadores de cabras alimentan sus rebaños,
serán saqueados, depredados, con alta sabiduría.

Vos también sos codiciable como las morenas hijas de Jerusalén,
 tus mejillas son hermosas entre tus pendientes
y tu cuello entre tus collares, tu risa es un racimo de uvas de En-gadí.

Sos hermosa amiga mía, sos bella amiga mía
como un manzano entre árboles silvestres,
como un lecho de lirios y de alheñas,
sos hermosa, sos bella, como Artemisa
con su carcaj y su arco y sus flechas corriendo
con sus pies desnudos tras su presa.
¿Qué dios no te vio huyendo por bosques inciertos?
¿Qué Aquiles no te detuvo y leyó tus manos?
 ¿Será cierto que el fuego ya no arderá en marcha?
¿Que vivirá día y noche en nuestro hogar?

 ¿De quién heredaste tanta riqueza?
¿De la que te dio a luz debajo del manzano?

Me detendré en tus hombros, en tu boca,
en tus axilas, en tu espalda, en tus muslos,
en tus rodillas, entre tus piernas
y hurtaré uno a uno todos tus aromas
y uno a uno todos tus olores.

Tu pelo es otra daga negra.

¿Qué no derramaré en tu pelo que no derrame en tu boca?
¿Qué no derramaré en tu boca que no derrame allí,
¡donde jamás falta bebida!?
En ese manantial de  hidromiel y ambrosia beberé hasta saciarme.
Entonces, ¡oh Sulamita! ¡oh Esposa!, ¿quién implorará a quién?

                                                                  
                                                                            Victorio Veronese