miércoles, 5 de diciembre de 2018
jueves, 15 de noviembre de 2018
sábado, 8 de septiembre de 2018
jueves, 30 de agosto de 2018
MACRI EN SU INFIERNO
Desventurado,
ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido
de brujas volcánicas, ni el hielo devorante,
ni la
tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz de mujer muerta te escarbe la barriga
buscando una
sortija nupcial
y un juguete
de niño abandonado,
serán para
vos nada sino una puerta oscura, arrasada.
En efecto.
De infierno a infierno ¿qué hay?
Aquí estás: triste párpado, estiércol
de
siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo,
cifra de humillación
que la sangre no borra.
Quién, quién sos…
oh miserable
hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal
nacida palidez de sombra.
Retrocede la llama sin ceniza,
la sed
salina del infierno y los círculos del dolor palidecen.
Maldito, que
sólo lo humano te persiga,
que dentro
del absoluto fuego de las cosas, no te consumas,
que no te
pierdas en la escala del tiempo
y que no te
taladre el vidrio ardiendo ni la feroz espuma.
Solo, solo para las lágrimas todas
reunidas,
solo en una
cueva de tu infierno,
comiendo
silenciosa pus y sangre
por una
eternidad maldita y sola.
No merecés
dormir aunque sean clavados de alfileres tus ojos:
debés estar despierto
despierto eternamente entre la podredumbre de tus
negocios
y los miles
de obreros dejados sin trabajo
y las miles
de niñas y de niños abandonados
simplemente
como miles de niñas y de niños abandonados.
Como el
agudo espanto y el dolor se consumen,
ni espanto ni dolor te aguardan.
Solo y maldito seas y que un río de ojos
cortados te recorra mirándote sin termino.
(Pablo Neruda: El General Franco en los Infiernos).
lunes, 30 de julio de 2018
miércoles, 18 de julio de 2018
PASCAL QUIGNARD
Vos me decís que antiguamente hubo un
diálogo debajo de un árbol y que ese diálogo fue volcado en el más antiguo de
los libros y que sucedía en el Paraíso (“paraíso”) y que una mujer llamada Eva después
de señalar un fruto suspendido en el extremo de una rama, mientras una
serpiente le hablaba y ella tomaba el apetitoso fruto en su mano y que todo eso
sucedía en invierno y que así es la historia del mundo y después de una pausa,
de un espacio en blanco me propones que veamos el comienzo de nuestra historia
y ahí me decís que había una montaña eternamente cubierta de nieve y que había
un pino y un caballo muerto y un cuerno que no suena y una espada que nada
destroza, separa, rompe, en el mismo momento que un hombre muere solo en una
montaña.
Me pregunto qué dirías vos si
caminando por la calle Corrientes, te metes en una librería y sobre una mesa de
ofertas te encontras con un libro en cuya tapa lleva impreso MILOSZ – Antología
Poética, abrís libro y lees:
Yo nada sé de tu pasado. Has debido soñarlo.
Sólo vislumbro tu rostro en la irisación grisácea de la lluvia.
Noviembre sepulta el paisaje. Y mi vida.
Nada sé y nada quiero saber de tu pasado.
Decime Pascal, ¿qué dirías?
Tus ojos me hablan de brumosas ciudades últimas que no he de ver jamás
y cuyos nombres jamás oiré en tu voz.
Noviembre cae sobre mi alma. Y también sobre la llanura.
Son cosas, desde hace mucho, muertas
-¡irremediablemente muertas!-
músicas sofocadas, ajadas lujurias.
Podría asegurar que noviembre aguarda tras la puerta.
Lejos, muy lejos de aquí está tu alma. Tu alma extranjera
es una noche de bruma,
de bruma y de llovizna sucia sobre los arrabales,
donde hay hombres que morirán sin haber conocido el amor.
¿Qué dirías? Milosz dice que nada
sabe del pasado de ella y que nada quiere saber. Yo te digo que miente. Milosz
miente.
Yo reconozco en ti a seres misteriosos,
a viajeros con rumbo secreto
encontrados otrora en la bruma de las estaciones
donde todos los ruidos adquieren inflexiones de adioses.
También nos dice a vos, a mí y a
todos los que lean este poema: La
Extranjera, que a veces ella se vuelve atmósfera
de feria
con sus luces lloronas y sus relentes
de enmohecimiento y vicio;
Recuerdos de nostálgicos garitos
Si yo intentase salir, si solamente cerrarse tras de mí la puerta,
di, ¿qué harías?
Y cuando el ruido de sus pasos muera
sin eco en las calles, sólo podría advertir la noche en sus ventanas.
Es como si debieses abandonarme hoy,
en un de pronto y para siempre,
sin decirme de dónde vienes y adónde vas.
Llueve sobre los grandes jardines desnudos;
mi alma está aterida;
noviembre sepulta el paisaje. Y mi vida.
Pascal, ¿qué dirías de mí, si te
contase?
en las tiendas de quincallería de San Telmo hay piedras que ocultan su
verdadero nombre detrás de máscaras que laten en el trajinar de los transeúntes:
mujeres y hombres que desfilan luciendo sus tatuajes a paso de tango por los
adoquines o sentados en las terrazas de los bares, ayer eran pulperías, por
donde anduvo Gabino Ezeiza con su guitarra, sus versos y sin tatuajes, a no
ser, un navajazo cruzándole la mejilla.
Pascal, ¿qué me dirías, qué?
miércoles, 6 de junio de 2018
viernes, 13 de abril de 2018
miércoles, 28 de febrero de 2018
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