EL PROFESOR DE AJEDREZ DE VICTORIO VERONESE
Por
Margarita Ferrer
La novela siempre ha sido un género difícil de
delimitar, sobre todo a partir de la narrativa desarrollada en el siglo XX,
cuando el género busca otras formas de expresión y otra manera de narrar. Uno
de los rasgos que la caracterizan es precisamente la complejidad, no solamente
en las líneas de acción que se tienden en la historia sino también en las
problemáticas de los diferentes personajes, en la estructuración temporal de la
historia y, fundamentalmente, en la
invención de una trama. La trama es- como afirma Paul Ricoeur- el medio
privilegiado para reconfigurar la experiencia temporal. Y es a través de una
trama que los acontecimientos diversos y
dispersos adquieren la categoría de una historia.
En la
novela El profesor de Ajedrez del escritor Victorio Veronese- publicada este año en
Buenos Aires por Ediciones de La Luna Que
(119 páginas)- nos encontramos con una trama que se despliega ante los ojos del
lector como una partida de ajedrez, en la que los contrincantes son, en primera
instancia, el narrador y el receptor. Un narrador que podemos claramente
identificar con el profesor de ajedrez, aunque la persona gramatical no siempre
coincida. Y un lector que va jugando sus
piezas, avanzando y retrocediendo en historias de vida construidas en el
espacio de la escritura.
La
lectura de la novela nos deja la impresión de estar sumergidos en la exhibición
de una serie de estrategias destinadas, como en el ajedrez, a “derrocar” al adversario. Es esa misma
tensión de contrarios del juego de ajedrez que se advierte en la lectura de la
novela, cuya historia está
atravesada, esencialmente, por situaciones
binarias de opuestos planteadas desde el inicio del relato: el “ negro de
mierda” y el rubio de la zona norte de
Bs. As; el ateo y el creyente; el hombre y la mujer en la intersección de sexo
y violencia; la prosa y el verso para expresar un mismo acto sexual; en fin
Eros y Thanatos, las dos pulsiones fundamentales de la existencia, la de la
vida y la de la muerte.
Hay un presente histórico argentino, y
también un pasado que se entrelazan con
las conversaciones de los personajes que viven en Buenos Aires, en un espacio
geográfico concreto y en donde hay una clara posición político-ideológica tomada.
En la contratapa del libro, su autor, Victorio
Veronese afirma:
“La soledad del lector o lectora, ¿con qué se va
encontrar en El
profesor de ajedrez?. Con las eternas preguntas del porqué del Universo y
del ser humano en él, con un erotismo a veces violento a veces tierno,
dulce, siempre oponiéndose a Thánatos, porque Eros sabe que es el único
que lo ofende.
¿Con qué se va encontrar la lectora o el lector
de El profesor de ajedrez?. Con Arlt, con Borges,
con Tomás Alva Negri, con Perse, con Jorge Smerling, con Henry Miller, con la Jelinek, con Videla, con
Massera, con Allen Ginsberg, y tantos otros.
Con Maradona frente a Winston Churchill.
Con Bobby Fischer que escupe un telegrama que le
envió el Departamento de Estado… y con mi soberbia.”
“El Tiempo” de Azul, 15 de septiembre de 2013