A ANTONIN A ARTAUD
Antonin:
El único vino virtuoso es el flujo
vaginal.
No me interesa oír
al cielo murmurar sobre sus cristales, ni poner una sombra ante nadie ni le
tengo miedo a ningún saber terrible.
Qué significa eso
de los nudos (¿en el alma?) y ¿que alguien esté más cerca de mí que mi madre?
No me desnudo
ante nadie, menos de una Vidente y mucho menos si es bella y tiene ojos azules
y vive en una habitación pobre ataviada con trapos de infinitos colores,
rodeada de amuletos, de huesos de animales y de humanos, que pueden ir de
simples falanges a manos y pies con sus cinco dedos, tibias, fémures, perones,
calaveras de mujeres huarpes, algún esqueleto de lechuza, muñecas diseñadas por
hábiles manos de mujeres nacidas en un continente fabuloso, vos las viste danzar
bajo las visiones desordenadas por el elixir de las hojas de peyote en una
tierra estupenda, maravillosa, mágica, que no es tu fatigada Europa, no, no me
desnudo ante ninguna Vidente, y menos ante la tuya, sólo me desnudo ante mí.
Heliogábalo, ese
pornógrafo nacido en Siria, siempre dispuesto en destruir al otro, no era un
seguidor de ningún dios solar.
No existe un
ojo vertiginoso que me recorra sin término como al Generalísimo entre las
llamas de su infierno.
Tú presencia en el Napoleón de Gance, tu rostro en La Pasión de Juana, de Dreyer, no te hacen dueño de ningún oráculo,
simplemente porque Dios no existe.
Justamente porque
Dios no existe el nazi Latrémoliére se asumió como Dios y te sometió a más de
cincuenta electroshocks en el campo de concentración de Rodez.
Racedo dice que la
locura es un ángulo partido, un miedo triangular que escapa del último de los
sueños cuando amanece, quien te dice Antonin, que no tenga razón, y la locura
sea una ventana abierta al vértigo… Ella también conoció y sufrió a un
discípulo de Latrémoliére.
Todo porque Él no
existe. Por eso aullabas y golpeabas tu rostro y tu cuerpo sobre el escenario.
Smerling también
agredió a su cuerpo porque su alma fue abandonada por Dios.
¿De qué felicidad
hablas? ¿Cómo te atreves afirmar que hay un juez absolutamente puro?
Lo terrible no está
en las espaldas de nadie, nos espera en lo más avanzado del camino.
No hay discordia
armoniosa porque nunca hubo armonía. Nadie nos puede anunciar la nivelación de
nuestras vidas, porque a nadie le interesa nuestras vidas, eso lo viviste en
plenitud en el campo de Rodez.
Querido Antonin, lo
única certeza de nuestra carne es la muerte. Nadie entra sin traquetear en
ella.
Entre Allen y vos
me quedo con Allen. Él se fue con la vecina negra cuando lo fue a buscar para
que intercediera ante los hijos de puta
de siempre para que no desalojaran a cientos de negras y negros de sus
humildes casas, y paralizó la filmación del documental que el puro equipo ario
estaba realizando sobre él. No puso ante el drama que vivía la vecina negra,
los egoístas fantasmas que habitaban su espíritu. No enarboló su angustia
existencial, que seguramente lo atormentaba como a nosotros, no, priorizó la
realidad, la angustia de la realidad que padecía la vecina negra sobre su
angustia existencial.
Qué es eso que las
potencias espirituales son el único caso de exaltación del mundo. ¿Y las
potencias de la carne?
Decís que la vida
es buena porque una Vidente está ante nosotros, la vida no es buena, la vida es, está, simplemente está.
Ningún opio es
bueno.
En la vida nada es
puro, aunque reconozco que tu locura fue pura, pero tu locura no fue de este
mundo, por eso te amo.
No hay razón que
explique nuestro desembarco en la tierra. Ninguna.
Más allá de lo que
hiciste real o virtualmente con tu criadita querida, lo que viste en un rincón
de tu cuarto no era un inmenso tablero de damas y los reflejos que caían sobre
él no eran de una multitud de lámparas invisibles. Los cuerpos no tropezaban
porque no tenían cabezas, hay cuerpos con cabezas que viven tropezando.
Puede ser que el
caballo fuese de madera y la reina de morfina y que el amor pertenezca a un
siglo venidero, pero no eran las manos de Hoffman que empujaban los trebejos,
tampoco eran trebejos, era una manada de bisontes empujados por el viento, eran
los toros de Guisando que llenaban las plazas echando humo por sus fauces. Los
bisontes y los toros jamás te dijeron: No la busques por
ahí. En el cielo nadie
ve ángeles ni flechas azules devorando esqueletos de pescados.
Como todo poeta
Gérard de Nerval te mentía: Tenga en cuenta que
no está soñando. Tampoco era cierto que la criadita fuese su mujer, la criadita no era
mujer de nadie.
¿Por qué le
dedicaste CARTA A LA VIDENTE a Bretón? ¿Nada te anticipó tu bella Vidente de
ojos azules? ¿Y sus poderes de adivinación? A vos también te digo: “¡Cuánto
fraude traducidos en vituallas!”
Nadie conoce de
antemano su muerte y si la conociéramos de nada nos serviría.
Tus ojos deseaban
explorar las corrientes que gimen dentro de las piedras, era por la ausencia
del buen Dios.
No te creo cuando
decís que entraste en la Casa de la Vidente sin miedo, sin terror, sin
curiosidad. Tampoco es verdad que un alma infectada de dolor, no haga sufrir.
Mentís cuando declamas qué estás liberado de toda miseria y que poco te
importan que se abran ante vos las puertas y ventanas más terribles.
Si es cierto que
había otra cosa, esa cosa no era un equilibrio venidero, vos lo sabías bien, tu
suerte como la mía, ya estaba echada. Como la de todos. Hasta la de aquellos
que aún no desembarcaron.
Ninguna posible
eternidad nos redimirá por haber traicionado y por haber sido traicionado. Como
todos fuiste engañado por esos ojos azules, que decía conocer tu pasado y te
anunciaba el porvenir. Nada te resultaba dudoso en esa videncia anormal, porque
en definitiva lo que buscabas era ser engañado, para tranquilizar tu espíritu,
y por qué no, tu cuerpo, tu carne.
Es verdad, esa
Señora participaba en la vida igual que nosotros, rodeada por sus muebles como
nosotros lo estamos por los nuestros, ella estaba hecha de las necesidades
corporales que la ubicaban en el Espacio y en el Tiempo. Nadie está fuera del
Espacio y del Tiempo. Te recuerdo que Espacio y Tiempo son hijos de un mismo
parto. Son gemelos. Nacieron de una misma placenta.
A vos te parecía
que la Señora era demasiado bella, demasiado ligera, demasiado leve, que podía
flotar en el Espacio, pero no era así, más adelante reconoces que era
bella como cualquiera de esas mujeres cuyos espasmos, nos elevan hacia un
umbral corporal.
Querido Antonin, ni
en unos ojos azules, ni en un alma, ni en el rostro visible de la luna, ni
sobre una escaquera de damas, podemos leer el porvenir, saber en qué
escalinatas nos asesinaran como a César.
Sí Antonin, vivimos
en la rareza.
En fin… Escuchemos
a Smerling cantar:
VIVO EN LA RAREZA
me pregunto
¿por qué todo es
tan raro ahora?
siento que el
universo duerme en la rareza
y el mundo cae al
mundo como una piedra al cielo
¡ay Señor!
yo también caigo en
ese vago sueño
donde tientan los
espejismos y las mutaciones
y de pronto
me aturden las
alarmas de otra luz
que me incorpora
y recuesta sobre
las voces y las músicas
y el milagroso
dormirme
cuando llega otra vez
sin redes
la mañana
y nada despierta
para avisarme
que sean movido las
cosas
del sin lugar
y apenas es un
apenas:
el
corazón
la taquicardia
ver los telares de
la muerte sonando y sonando
en sus escasos
movimientos
y es tan
raro Señor
todavía
aún y todavía
y cuando solamente
el mundo sobre mis ojos azules pasando
como un libre cometa desterrado hacia el peligro
¡y es tan raro
Señor
seguir vivo de este modo!
a Josefina